El desarrollo económico, científico y cultural no se ha traducido en desarrollo humano. El ODS número 4 sobre el derecho a la educación es papel mojado.
El derecho a la educación va más allá de una plaza escolar: “la gratuidad de la educación en España no garantiza el ejercicio real del derecho de los niños y niñas en situación de exclusión social.” (Save the Children, Informe citado)
El derecho a la educación exige que los derechos de la infancia sean una realidad vivida por los y las menores, independientemente de su identidad y orientación sexual, su origen étnico, cultural o social y situación económica familiar. E incluye el derecho de toda la comunidad educativa a la felicidad y el bienestar personal y colectivo.
La educación es clave para terminar con la fractura social que provoca la pobreza y lograr una sociedad más justa y cohesionada. Es un factor fundamental para el futuro de una sociedad y las personas que la forman.
Los grupos sociales más desfavorecidos encuentran en la educación pública el espacio para vivir y disfrutar la riqueza de la formación y la cultura. La educación les puede facilitar un futuro mejor al presente vivido.
Un sistema educativo fundamentado en la equidad como principio, que desarrolle instrumentos y acciones dirigidas a compensar las desigualdades y a garantizar una educación de calidad para cualquier persona, requiere de unas medidas políticas bien estructuradas y de la inversión necesaria para desarrollarlas, e implica que una desigualdad de origen no suponga nunca una desigualdad en las oportunidades educativas ni sociales. El retorno exponencial, en términos de progreso, bienestar y cohesión social, es impagable para cualquier país. Sin embargo, cada euro que se ha invertido en implantar una contrarreforma educativa como la LOMCE ha servido para generar exclusión, segregación y desigualdad social y eso es, sin duda, lo más caro de todo para cualquier sociedad.